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El fantasma de las doradas

Relatos

EL FANTASMA DE LAS DORADAS


Lo último que vio y escuchó El Paisita, inclinado en la vieja angarilla  que hacía las veces de silla en su famélico caballo blanco, sin faltar la compañía de su tozudo y flaco perro, fue  ese  ser fantasmagórico, sentado en el muro a orilla de la vía, desagradable criatura que  lucía barba escasa, larga y descuidada, ojos rojos desorbitados como  un volcán encendido, fuerte  olor  al barro que  atropelladamente bajaba por las Doradas, algo parecido a un cigarro de fuego en su labios  y ese grito de  cobarde, tomatrago, irresponsable, mentiroso,  cruel con los animales, bastaron para  saltar, despavoridos y temerosos, al fondo del abismo, en esa noche  de fuertes lluvias.

Muy temprano, al día siguiente, en el Paraíso Amazónico, se escucharon con insistencia, lamentos de perro flaco que el viento frio de la mañana traía presagiando tragedia; sin dudarlo acudieron a verificar la razón de tales aullidos, encontrando en el camino un perro viejo que caprichosamente se atravesaba en el camino, impedía el paso, corriendo a la orilla del abismo, como pidiendo ayuda.

En ese mismo lugar de manera misteriosa se ha escuchado, hace mucho tiempo, quejidos, murmullos, risas, vientos extraños, se siente la mirada de algún espíritu habitante de la montaña, ramas y hojas golpean el cuerpo de quienes avanzan, se sueltan sombreros, los campesinos de a pie aceleran el paso, con mayor fuerza quienes gustan de exceder licor o posar de coquetos enamorados, la respiración se agita, se hacen la señal de la cruz y descansan cuando sortean ese trecho del camino. 

Una rápida mirada al fondo del abismo permitió ver un caballo flaco de pocas carnes, quieto para no rodar a lo profundo de la cañada, surgiendo preguntas en quienes acudieron a ver qué pasaba, cómo la forma misteriosa de un animal con tamaña envergadura, podría estar en aquel lugar; con miedo de lo que veían y utilizando lianas y bejucos, descendieron hasta donde se encontraba el caballo, escuchando leves quejidos de dolor en lo profundo de la quebrada.

Y allí estaba el El Paisita cubierto de arena, las aguas corrían sobre su cuerpo, solo su cabeza permanecida fuera, temblaba de hipotermia, pues toda la noche había llovido torrencialmente, solo se le escuchaba que se le había aparecido el diablo y lo había castigado por ser como era.

Los vecinos fueron llamados en su auxilio, de manera improvisada y haciendo una trocha con sus machetes, pudieron cargar en una hamaca al golpeado Paisita hasta un lugar donde se le prestaron los primeros auxilios y sacar por allí mismo el caballito blanco; sufrió fracturas en su cadera, fémur, quijada, fue llevado a un centro médico donde después de varios meses pudo recuperarse utilizando caminador.

Se supo de un hijo que vivía en otra ciudad y para allí partió dejando a su suerte la tierra, el caballo y el perro; prometió cambiar radicalmente su forma de ser.

Cuentan que en la actualidad asiste a una iglesia y repite su historia para que otras personas abandonen sus malos hábitos y vicios, en noches de lluvia sufre pesadillas y en sus sueños, que lo atormentan, aparece con frecuencia el fantasma de las Doradas.

Del caballo, se dice que fue vendido por algún vecino para el frigorífico, el perrito aún se ve a la orilla del abismo esperando el regreso de su amo, El Paisita jamás volvió por esos lugares y el fantasma espera que pasen toma tragos, cazadores y pescadores para asustarlos, aunque algunas veces juega con el viento para hacer sentir su presencia a turistas y visitantes.

Todos los que pasan por el muro no dejan de sentir un frio helado en su cuerpo, se hacen la señal de la cruz y aceleran el paso.

Por: William Wilches

Director Museo Caquetá

La palabra famélico indica una persona o animal que ha aguantado hambre y por ello es muy delgado.

Se dice que alguien es Tozudo (o testarudo) cuando se mantiene firme o inamovible en su actitud, aunque se le den razones en contra.

En la Biblia judía, el diablo es otro agente de Dios haciendo su labor. Ese personaje fue luego desarrollado por los cristianos hasta tornarlo en la representación de la maldad suprema. En la tradición cristiana, Lucifer como sinónimo de lucero representa al ángel caído, ejemplo de belleza e inteligencia a quien la soberbia le hizo perder su posición en los cielos, transformándose en Satanás.