Cuentos
LOS AMORES ANCESTRALES DEL FRAGÜITA
El Clan del Venado había llegado a aquel lugar después de recorrer largas distancias desde lo profundo de la selva amazónica, vieron el hermoso rio que bajaba de los picos de la montaña, la yuca brava crecía de manera natural en los valles del río, para la pesca y la caza solo debían cruzar el río, construyeron sus casas de pui y levantaron la maloca para agradecer a sus espíritus.
Un día aparecieron en lo más alto del valle, hombres, mujeres, niños animales, venían cargados de comida, tiestos y guaches, dijeron que eran hijos del Sol, sus tierras eran las montañas blancas que alcanzaban las nubes, habían caminado muchos soles y lunas huyendo del hombre blanco que tenían en sus manos palos huecos que escupían fuego.
Pidieron permiso a los mayores, a sus dioses para establecer sus dominios en aquel lugar, el río fue la línea que separaba sus costumbres, al fondo estaba la puerta a las montañas sagradas, jamás debían cruzarla.
Habitaron en paz, de lejos se veían unos a otros cultivar la tierra, levantar sus ranchos, hacer los rituales del agua o las frutas, respetaban los pactos con quienes les dieron donde vivir.
Cierto día, bajó al río un joven Hijo del Sol, atento esperaba para lanzar el guache a las aguas del río, de pronto vio en su reflejo, la silueta de una joven al otro lado del río, al levantar su mirada, en las aguas cristalinas, juguetona y bella se bañaba una doncella, el agua corría en su piel morena, sus cabellos largos cubrían sus senos, un coro de mariposas azules la cuidaban y sin poder resistir la atracción por sus encantos, tímidamente levanto la mano, para llamar su atención, sin lograr siquiera una fugaz mirada.
Al otro día y mucho más, bajaba a pescar al río, allí como la primera vez, estaba la doncella, envuelta en la magia de las aguas, por muchas lunas levantó la mano y una tarde cuando apareció la luna, ella también lo hizo, con temor de lo prohibido cruzó el rio y sin palabra alguna se fundieron en un largo abrazo, sus cuerpos desnudos sintieron el aliento, una piedra grande fue testigo de sus encuentros, estaban enamorados.
Un día decidieron cruzar la puerta sagrada, querían escapar a tierras desconocidas, de pronto el viento estremeció con fuerza los árboles de la montaña, al fondo rayos y centellas iluminaban el cielo encapotado, los mayores leyeron el mensaje y supieron que los espíritus del amor habían penetrado lo prohibido,
En medio de la noche y confundidos por los espíritus de Sol y del Venado fueron encontrados y llevados a la orilla del río que no debían cruzar, abrazados y temerosos lloraban pidiendo vivir juntos, tener hijos, poder pasar el río, cruzar la puerta sagrada.
Los hombres de la tierra no aceptaban el haber cruzado el río, no aceptaban que hubiese puesto sus ojos en la doncella del otro lado del rio, cuando en su territorio las mujeres jóvenes lo estaban esperando y pidieron castigo para los intrépidos enamorados.
Unos pidieron el destierro, otros azotes, otros trabajos, pero sin llegar a un acuerdo entre todos, decidieron llamar los espíritus de la Casa del Sol a quienes le contaron lo sucedió, después de escuchar los enamorados, los furiosos mayores, tomaron una decisión.
Debían ir a la piedra de sus encuentros y así lo hicieron; una vez allí la piedra se fue abriendo separando sus cuerpos, estiraron sus brazos para alcanzar sus manos, notaron que se iban fundiendo con la piedra a cada lado y el agua a fluir por el centro, convirtiéndose en altas rocas que les permitía por siempre estar cerca, pero nunca juntos.
En las tardes y con el reflejo del sol, se puede observar una de las rocas de contextura fuerte de apariencia varonil, la otra al frente, envuelta en lianas y líquenes que semejan la cabellera de la doncella, con un hilo de agua que fluye de sus paredes que en realidad son las lágrimas eternas de la enamorada.
Por eso muchas parejas que acuden al sitio, se bañan en medio de las altas e imponentes rocas, buscan la protección de los enamorados del Fraguita, para que se rompa el hechizo y algún día no estar cerca sino siempre juntos.
Por: William Wilches
Director Museo Caquetá
La yuca brava o amarga es uno de los principales tubérculos de la Amazonía. Según los investigadores, se han clasificado varias decenas de subespecies de yuca. Todos los días, las mujeres indígenas de esta región, tanto en Colombia como en los países vecinos, seleccionan y experimentan con nuevas variedades y contribuyen así a la diversidad.
Se dice cielo encapotado cuando está cubierto de nubes en un 100% de su superficie y por tanto la luz del sol entra en menor cantidad.
La palabra intrépido es un término que en nuestro idioma se puede usar para referir a aquel individuo que no presenta temor ante los peligros que se le puedan presentar de pronto en la vida, o en lo que atañe a la realización de alguna actividad especial y riesgosa.
El azote o disciplina es el castigo corporal más común. Consiste en golpear una o más veces las nalgas, ya sea con la mano o con un instrumento como cuerdas anudadas, látigo, vara o cinturón. Era un castigo exclusivamente reservado para los esclavos, no pudiendo, por lo mismo, ser infligido a los hombres libres.